Profesor de ELE: No es profesión para viejos

Eso me comentaba ayer un amigo que trabaja como profesor de español en una academia en Madrid. Que una compañera le había dicho que iba a empezar a buscar trabajo «en serio», que ya tenía «una edad» y que no se veía de profesora de español toda su vida, que había sido lectora y asistente de conversación por esos mundos, pero que ya estaba bien de marear la perdiz y que había que sentar la cabeza.

Mi amigo, que por fin tiene un contrato semidecente en una escuela de ELE de la capital, decía que en las academias buscaban a profesores jóvenes, veinteañeros, activos, frescos, dinámicos, entusiastas, cercanos a la edad media de los estudiantes, en general también gente joven.  Y él también compartía ese temor.  «Ahora tengo 32, pero no sé qué pasará dentro de unos años…»

¿Acaso está asociado ser profesor de español con ser joven? ¿Acaso ser joven va estrechamente ligado a ser dinámico o entusiasta? Yo conozco a bastantes viejóvenes dando clases por ahí.

¿Es que hay profesiones sólo para jóvenes? No, es que hay empresas que se aprovechan de ellos.

noesprofesion

No conozco a muchos profesores de ELE mayores (aunque los que conozco son la prueba que desmiente el título del post) tal vez porque es una profesión «relativamente» nueva, pero sí conozco a miles de profesores de todas las edades.  ¿No decían que la experiencia era un grado?

A mis treinta y tantos, a punto de embarcarme en la aventura de un nuevo destino y, de nuevo, con beca y sin cotizar,  me parece que ser profesor de ELE es para el que lo quiera ser.

[ACTUALIZO: la conversación en twitter con @monfor, @fatimack saca a relucir lo que hay debajo de la alfombra: precariedad laboral]

8 comentarios en “Profesor de ELE: No es profesión para viejos

  1. Voy camino de los 40 y tengo tanta o más ilusión por esta profesión que cuando empecé, va para casi 15 años. En el departamento de ELE en el que trabajo hay profesoras con más de 50 años que derrochan experiencia e ilusión, que innovan cada día con los medios, escasos, con los que cuentan. También hay, por su puesto, profesores que no contemplan la formación continua y que irremediablemente acabarán descolgados de aquí a unos años y los hay jóvenes y viejos entre ellos.

    Como decís, es un problema de falta de vocación, de precariedad laboral, pero no de edad.

  2. Bueno, yo tengo 52 y llevo 29 enseñando español, y siempre he tomado en serio mi profesión. Sigo teniendo muchas ganas, y mis alumnos me sienten cercana a pesar de la diferencia de edad con la mayoría. Ellos aprenden conmigo y yo con ellos. Creo que el origen de comentarios como el de esta profe puede estar en el hecho de que mucha gente trabaja en nuestro campo no por vocación, sino como un para ganarse la vida durante un tiempo, conocer otros países…

    • Marisa, me alegro de leer mensajes como el tuyo. Hay esperanza entonces! Y sí, la vocación tiene mucho que ver. Efectivamente hay mucha gente que ve la profesión como algo temporal que sirve para viajar y ganar algo de dinero. Pero también es verdad que en el mundo de las academias de español para extranjeros el profesorado suele terminar desmotivándose por las, a menudo, precarias condiciones laborales. El amigo del que hablaba en este post trabajaba hasta 10 horas al día para poder sobrevivir en Madrid con las horas que hacía en una academia, más algunas clases particulares. Y tienes que sumarle las horas de preparar las clases, los desplazamientos… Eso lo aguantas cuando eres joven, por una temporada, si no tienes otra opción, pero si no…
      Un saludo y gracias por comentar.

      • Sí, es cierto, en esas condiciones no se puede aguantar muchos años sin perder la ilusión. Yo viví algo parecido cuando empecé, trabajando en dos sitios al mismo tiempo, pero cuando tenía treinta y pocos dejé uno de ellos para poder seguir haciendo mi trabajo decentemente. El problema es que ahora las condiciones laborales son tan malas para los que empiezan, que a veces no tendrían ni con tres trabajos diferentes para sobrevivir… Pero ¡sí, hay esperanza para el que persevera, seguro!

  3. Pongamos el limite de «joven» en los 37, como aecid en los lectorados :-p. Yo me acerco peligrosamente!. Me alegro de saber que el panorama en las academias de Málaga es distinto. Iremos para allá entonces! Un saludo.

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