«A la universidad no se viene a aprender una lengua…»

Una servidora y sus alumnos de primero- gente que nunca ha estudiado español antes-sufrimos los estragos de un syllabus cortado según los patrones del apolillado- pero resistente- método de Gramática&traducción. Algún día alguien nos encontrará moribundos, axfisiados, por los pasillos de la facultad, como peces a los que se les ha negado el agua del acuario, (agua… qué ocurrencias!). Por eso necesito un pequeño desahogo cibernético, aunque sé que mi caso no es excepcional. Universidades y escuelas de todo el mundo siguen programas similares: primera semana, el alfabeto, la fonética y las normas de acentuación. Segunda semana, el sustantivo: género y número. Tercera: el adjetivo: género, número, formación del comparativo y el superlativo… Así hasta la semana número 15, fin de un semestre a lo largo del cual se habrá abordado el artículo- y sus usos y cuándo ponerlo y cuándo no-, el presente de indicativo con todas sus irregularidades (incluído el verbo roer) y si da tiempo, los usos y el contraste entre ser y estar.

Elacatinus prochilos (Broadstripe Goby)

Las explicaciones se dan en la lengua de los alumnos, dos horas por semana impartidas por la profesora titular. Dos horas a la semana de listas de ejemplos, reglas y excepciones y ejercicios de huecos sacados de manuales amarillentos y gramáticas editadas a finales de los 80. El argumento siempre es el mismo: esto no es una escuela de idiomas, aquí se viene a conocer la lengua en profundidad. Toma profundidad.

A la vez los estudiantes tienen una hora con la lectora extranjera- yo, pero antes otras como yo- en la que hay seguir el ritmo del programa, poniéndolo «en práctica». Para esa hora semanal no me sirve apenas ningún material de los manuales que conozco: los contenidos avanzan a un ritmo mucho más lento del que necesitamos, no tenemos tiempo «que perder» (el tiempo de reconocer, identificar, practicar, insistir, machacar, repetir, reflexionar, con distintas dinámicas, desde distintas destrezas….). Y me las tengo que ingeniar. Mis alumnos necesitan ir poniéndole ya algo de ropa léxica y comunicativa a ese esqueleto de normas morfológicas que tirita de frío, formado con frases como «atención con los sustantivos que terminan en -dad o en -tud, acaban en consonante pero son palabras femeninas: senectud, heredad…» o como  «el artículo se usa delante de los días de la semana y con las horas, excepto después del verbo ser: ejemplo hoy es domingo«. Eso sí, cuando llego yo me preguntan que qué significa «hoy».

Mis pobres alumnos, entonces, se aprenden de memoria estas y otras reglas, y listas de palabras que ilustran los casos extraños de la lengua española (¿cómo es el plural de carmesí o alhelí?) porque en el examen oral- en su lengua- tendrán que demostrar lo que han estudiado.Y memorizan palabras que no saben ni pronunciar y hacen ejercicios de poner en plural o en femenino pero no saben el nombre de los objetos de la clase (ahora ya sí) ni que aunque sea de noche- anochece sobre las 16.30- no tienen que decirme «buenas noches» cuando entro en clase.

¿Cómo afrontar este panorama? El primer día de clase se asustan porque no me entienden nada, les tranquilizo y les digo que iremos poco a poco, partimos de lo que ya saben, de las similitudes con las otras lenguas que conocen o estudian, y vamos aprendiendo a saludar, a presentarse, a hablar de uno, de las cosas que nos rodean- del aula a la calle, a la ciudad, al mundo… Los contenidos casi los van demandando ellos en su necesidad de comunicarse conmigo y yo con ellos. Vamos organizando lo que saben y lo que necesitan saber decir- por ejemplo en mapas de vocabulario-, jugamos, nos reimos. Creo que lo único que puedo hacer en ese rato en el que están expuestos a la lengua es trabajar con ellos estrategias. Estrategias para el autoaprendizaje, que es a lo que están destinados. Estrategias para ir llenando sus lagunas léxicas a partir de lo que recuerdan de una canción o de una serie y preguntándome a mí, o al que sabe algo más de la clase, y usando con cabeza los diccionarios o las herramientas digitales a su alcance. Estrategias para detectar y entender los mecanismos morfológicos con los que les atiborran a partir de algo significativo y accesible, que no les frustre. Estrategias para la comprensión: inferir significados cuando me escuchan o cuando leen. (Les insisto, por ejemplo, en que no tienen que entender todas las palabras de un texto, que deben ir tirando de las que conocen y haciendo hipótesis sobre el significado de lo demás). Es duro para ellos y a mí me hace sudar la gota gorda. Y a veces salgo de clase, después de haber practicado los números o de haber jugado a adivinar personajes, y pienso «¿¡qué demonios estoy haciendo con estos pobres muchachos?! ¡¿Y conmigo misma?!».

Lo que más me alucina es que a pesar de todo lo que tienen en contra en un semestre terminan aprendiendo bastante, comunicándose con relativo éxito. Es lo que tiene el interés y el empeño personal. Aunque algunos se van quedando por el camino, frustrados y aburridos.

Si alguien tiene alguna recomendación o buena idea para encarar estas clases que no se corte. La agradeceré de mil amores.

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Micro-actividades ELE (IV): estímulos visuales para…

¿Os toca presentar en clase el vocabulario de los muebles o utensilios de la casa? ¿la descripción de objetos? ¿las acciones cotidianas? Acabo de ver este proyecto y se ha disparado mi imaginación.

Lo normal es que el diseño esté pensado para solucionar un problema (A).

  • La taza donde podemos mojar galletas sin romperlas:
  • El jersey para poder caminar abrazado y calentito:

Pero (B) también podría usarse para hacernos imposibles actos cotidianos como comer:

Posible explotación de (A): se enseñan imágenes de los objetos, se describen, se reparten en la clase en pequeños grupos que trabajan en la campaña de promoción: se le pone nombre a objeto, se graba/redacta/representa un spot a lo teletienda: «¿Cuántas veces le ha pasado que al ir a mojar en el café su galleta preferida ha tenido que romperla…? Eso no volverá a ocurrir con la nueva taza…»

Posible explotación de (B): se enseña una galería con algunos de los objetos ¿qué tienen en común? ¿cuál os gusta más? ¿a quién se los regalaríais? ¿se os ocurre algún otro objeto incómodo?

Imágenes potentes como estas seguro que disparan la curiosidad y las ganas de hablar/escribir/hacer/imaginar/compartir de los estudiantes.

Telenovelas vs Breaking bad en clase de ELE

La primera clase que hago este año con los principiantes en la universidad de Sarajevo ha estado llena de perlas. El programa de la asignatura es super Gramática&traducción, old school a tope, aunque la profesora responsable me deja autonomía en clase para «practicar lo que ella da» en las «horas serias» de clase. Así que como sé que en seguida se aturullarán con el artículo y sus usos y formas, cuándo se pone y cuándo no- cosa que además de compleja para empezar les trae de cabeza porque en su lengua no hay artículos-, para que no odien las clases de español desde el día 0 suelo dedicar la primera hora a hacerles ver lo que ya saben en español, que suele ser mucho más de lo que yo sabía de su lengua y su cultura el primer día que me senté en un aula a aprenderla.

Así que primero me presento; les explico con mil gestos y dibujillos lo que serán mis horas y les pido que escriban. Normalmente no empezaría a escribir hasta que llevásemos unas cuantas semanas, pero aquí no mando yo. Les pido, pues, que escriban 3 nombres de personas «famosas» de España e Hispanoamérica, 3 lugares y 3 comidas y bebidas. Hoy he añadido al combo 3 palabras o frases.

Evidentemente, en la primera cuestión lo que más salen son nombres de futbolistas. Y son nombres estupendos, porque Piqué y Casillas y sirven, por ejemplo, para que se den cuenta de que hay un sonido, /k/, que se escribe de dos formas distintas. Y luego sale, a lo mejor, Garsía Márques, y casi siempre un Servantes. Y así hay excusa para hablar de sesear y cecear, de la ce y la ese. Y Paulo Coelho- y entonces les digo que, oh, sorpresa, es brasileño! y no vale. Inevitables son también los Iglesias, padre e hijo, que también vienen muy bien porque así sale la «qu+e» del niño y la maravillosa jota del primero de la saga, Julio, y no Hulio, como lo suelen escribir. Shakira, Penélope Cruz, etc son también personajes fijos. A veces el más malote menciona al Che Guevara, aunque casi nunca lo saben escribir.

Luego el fútbol sigue haciendo favores al estudiante novato y en el apartado de lugares salen todas las ciudades con equipos españoles en primera división. Y descubren que Barcelona y Valencia empiezan con dos letras distintas pero que representan al mismo fonema. Y así sigue la clase, con los burritos, tortillas, fajitas, tacos, tequila, mojito y sangría de rigor, todo muy aprovechable ortográficamente.

En el último apartado, el de las palabras o frases en español que conocieran, la hegemonía del binomio pasteloso telenovelas/música latina es aplastante: te amo, mi amor, maldita, te extraño, yo soy tu madre, la gente está muy loca… Les he dicho que en «yo soy tu madre» estaba todo lo que iban a ver en el primer semestre: presente, posesivos, vocabulario relacionado con la familia… y que si ya se lo sabían nos podíamos ir. Nos hemos reído todos mucho y eso está muy bien en la primera hora con principiantes.

Hasta ahí todas las primeras clases en casi todos los países en los que he trabajado como profesora de ELE hasta la fecha han sido muy parecidas. Pero hoy me han alegrado el día tres referencias no telenoveleras: alguien ha dicho desde las últimas filas «Luke, yo soy tu padre». Otro había escrito solo nombres de personas relacionados con la cultura: Borges, Dalí, Frida Kahlo (ya me doy con un canto en los dientes). Y una chica ha dicho «Los pollos hermanos».  ¡Viva Breaking bad!

En el V seminario de formación de profesores de español organizado por el CEH Sarajevo

Los chicos del Centro de Estudios Hispánicos de Sarajevo llevan ya varios años montando unas jornadas de formación para profesores de ELE. El último se ha celebrado este fin de semana. Han sido un par de días intensos, porque participar en estas jornadas significa ir a las sesiones que componen el programa, pero también supone conocer a un montón de gente, intercambiar ideas, charlar, tomarse unas cervecitas, comer, pasear por la ciudad, discutir… Siempre he pensado que en este tipo de encuentros tan importante es el programa oficial como el off.

Ha sido una experiencia curiosa por la heterogeneidad de los participantes: profesores de ELE de diversos ámbitos, nativos y no nativos, y que ejercemos en países distintos: Bosnia-Herzegovina, pero también Croacia, Albania ¡y hasta Canadá!; profesores de otras lenguas; hispanohablantes de otros ámbitos que están por aquí a los que les interesa el tema; algunos estudiantes universitarios atraídos por la didáctica de las lenguas extranjeras; estudiantes de español de niveles avanzados que tal vez piensan «nunca se sabe… ¿y si llega un día en el que me dedico a dar clases de ELE?» y que además así aprovechaban para conocer a otros hispanohablantes de la región.

Una de las asistentes me comentó que le había gustado especialmente porque todo le había parecido muy prático y «llevable» a la clase. Y es verdad, todos los ponentes partíamos de nuestras experiencias en el aula y comentábamos los aciertos y los obstáculos de nuestra propuestas, escuchábamos cómo mejorarlas, añadíamos las sugerencias de los otros…

Yo estuve hablando de un asunto que me interesa desde hace tiempo y que he comentado por aquí en otras ocasiones: cómo trabajamos la expresión escrita en el aula. En el fondo lo que me pregunto es cómo hacer que el aprendizaje de lenguas sea verdaderamente significativo para el alumno. Me monté un prezi para ilustrar y provocar la reflexión sobre el tema, imperfecto e incompleto, sobre todo sin todo lo que se contó y discutió durante el taller, que os dejo aquí.

Como siempre en estas jornadas de presentación nos extendemos mucho en explicar nuestros puntos de partida y nuestro marco teórico y como calculamos (yo por lo menos) muy mal el tiempo, la parte interesante, la de trabajar entre todos, la de escuchar lo que los demás opinan o entienden, la de intercambiar ideas, siempre se queda corta. Menos mal que siempre se sigue charlando con los más interesados, picando algo, fumando entre sesiones (yo ya no!) o vaso o botella en mano!

En twitter hay algunas impresiones de la sesión del sábado que hicieron algunos compañeros y desde la propia cuenta del @CEHsarajevo en directo usando estas etiquetas  . (El domingo no había wifi).

¿Te apetece venir un rato a mi clase?

Hoy me tocaban horas de despacho en la Universidad. Mi compañera de fatigas (@VRuizT) ha venido a buscarme: ¿Estás haciendo algo urgente? ¿Te apetece venir a mi clase un rato? Y me ha invitado a participar en una actividad con sus estudiantes.

En clase habían estado repasando el futuro y haciendo predicciones para una pitonisa inventada, la adivina Fernanda, a la que se imaginaban negra y fumadora de puros.  Y necesitaban a alguien con quien practicar. Así que me he presentado, les he contado algunas cosas sobre mí, me han hecho un par de preguntas y les hemos dejado cinco minutillos para que, por parejas, escribieran unas cuantas predicciones sobre mi futuro. Luego, muy profesionales, se han sentado delante de mí en pose de adivinos y, unos «leyéndome la mano» otros con los posos del café, me han dicho que viviré los próximos años en Sarajevo, que escribiré un libro y me haré famosa, que más tarde viviré en América, que me casaré con un chico llamado Rafik y que tendré muchos hijos.

Como adivinos no creo que hayan acertado mucho, pero como práctica de clase ha sido estupenda, divertida y además cumplía todas las condiciones de una actividad comunicativa: Transvase de información, vacío de información, dependencia interna y retroalimentación. Repetiremos.

Profesor de ELE: No es profesión para viejos

Eso me comentaba ayer un amigo que trabaja como profesor de español en una academia en Madrid. Que una compañera le había dicho que iba a empezar a buscar trabajo «en serio», que ya tenía «una edad» y que no se veía de profesora de español toda su vida, que había sido lectora y asistente de conversación por esos mundos, pero que ya estaba bien de marear la perdiz y que había que sentar la cabeza.

Mi amigo, que por fin tiene un contrato semidecente en una escuela de ELE de la capital, decía que en las academias buscaban a profesores jóvenes, veinteañeros, activos, frescos, dinámicos, entusiastas, cercanos a la edad media de los estudiantes, en general también gente joven.  Y él también compartía ese temor.  «Ahora tengo 32, pero no sé qué pasará dentro de unos años…»

¿Acaso está asociado ser profesor de español con ser joven? ¿Acaso ser joven va estrechamente ligado a ser dinámico o entusiasta? Yo conozco a bastantes viejóvenes dando clases por ahí.

¿Es que hay profesiones sólo para jóvenes? No, es que hay empresas que se aprovechan de ellos.

noesprofesion

No conozco a muchos profesores de ELE mayores (aunque los que conozco son la prueba que desmiente el título del post) tal vez porque es una profesión «relativamente» nueva, pero sí conozco a miles de profesores de todas las edades.  ¿No decían que la experiencia era un grado?

A mis treinta y tantos, a punto de embarcarme en la aventura de un nuevo destino y, de nuevo, con beca y sin cotizar,  me parece que ser profesor de ELE es para el que lo quiera ser.

[ACTUALIZO: la conversación en twitter con @monfor, @fatimack saca a relucir lo que hay debajo de la alfombra: precariedad laboral]