«Los gruesos librotes estaban allí, en el baúl, apilados, una multitud interminable de signos arábigos que esperaban para llevarme con ellos y conducirme a los secretos y los misterios, pues el camino hacia los secretos sólo lo conocían las letras arábigas, como las hormigas conocen los agujeros y las grietas de la tierra.
– Babazota, ¿y las hormigas? ¿Puedes leerlas?
Él reía plácidamente durante un rato y me acariciaba el cabello largo.
– No, hijo, las hormigas no se leen.
– ¿Y eso por qué? Cuando se amontonan son igual que las letras turcas.
– Eso parece, pero no es así.
– Pues yo las he visto- protestaba por última vez.
Chupaba entonces el cigarrillo y trataba de imaginar qué significado tendrían las hormigas si se pudieran leer igual que los libros.»
Crónica de Piedra es una de las novelas del escritor albanés Ismail Kadare, habla sobre su niñez en la ciudad de Girokastra, al sur del país, a pocos kilómetros de la frontera griega. Girokastra es una ciudad de calles empedradas empinadas y casas de piedra imponentes que se amontonan unas sobre otras. Y en Girokastra llueve, y es bajo la lluvia cuando la ciudad brilla y se vuelve de plata. Estuvimos allí en diciembre. Y llovía.