Voy a dejar aquí algunos apuntes, sobre los que volveré, seguro, más adelante. Apuntes sobre dos asuntos que me tienen entretenida últimamente: mis clases de bosnio, que además de para aprender la lengua me están sirviendo para reflexionar sobre cómo se enseña una lengua, y el MOOC en el que ando metida, un curso sobre diseño en el que hay matriculadas unas 30.000 personas. (Toma ya!) (MOOC son las siglas de Massive Open Online Course, cursos en línea, masivos y abiertos)
Para unir estas dos experiencias de aprendizaje nada mejor que rescatar esta entrada de Nodosele en la que se hacían eco de un post, que a su vez se hacía eco de otro de G. Siemens, allá por 2010, en el que este expresaba el aburrimiento que le causaba dar vueltas una y otra vez a las mismas cuestiones.
Resumían en Nodosele estas cuestiones sobre las que ya no habría ni que insistir así:
- Los estudiantes deben tener el control de su propio aprendizaje. Los educadores podemos guiarlos o ser intermediarios, pero el aprendizaje significativo implica una actividad impulsada por el que aprende.
- Los estudiantes necesitan experimentar confusión y caos durante el proceso de aprendizaje. Aclarar(se) ese caos es el objeto del aprendizaje.
- La apertura de los contenidos y la interacción aumentan las conexiones aleatorias que impulsan la innovación
- El aprendizaje requiere tiempo, pensamiento crítico y reflexión. La ‘ingestión’ de nueva información requiere tiempo para ‘digerirla’.
- El aprendizaje es aprendizaje en red. El conocimiento está distribuido.
- La creación es vital en el aprendizaje. Los alumnos tienen que crear artefactos para compartir con los demás y para ayudar a dirigir su exploración más allá de los artefactos que el educador les ha proporcionado.
- Dar sentido a la complejidad requiere de sistemas sociales y tecnológicos.
Y sin embargo…
Ayer en la clase de bosnio estuvimos durante un buen rato haciéndonos preguntas acerca de la vida de un tal Damir, del que sólo sabíamos lo poco que habíamos leído en un texto de esos de «Damir se levanta, Damir desayuna… Damir algunas veces hace esto o lo otro.» Nadie cuestionaba lo tonto de esa actividad en la que no había un después significativo, ¿por qué? Como alumnos, como estudiantes (que no aprendices), asumimos tranquilamente que el profesor siempre tiene la razón.
Esa tradición educativa la tenemos tan asimilada que incluso en un espacio de aprendizaje como el curso de diseño que estoy haciendo, que desde el principio se ha desmarcado de lo tradicional, muchos estudiantes se sienten decepcionados o perdidos o confusos cuando no hay un profesor, la autoridad, que les diga lo que está bien o está mal.
La primera tarea en este curso fue hacer un test, un quiz, como en toda plataforma de cursos online que se precie. Pero este quiz,o así lo entendí yo, era una manera de cuestionar el valor de este tipo de prácticas. Y fue divertido. Este lunes nos dieron los «resultados» Y se armó la marimorena. Todos «suspensos». Gente desolada porque había sacado un 4. Gente irritada porque las correcciones «no eran justas», porque «no eran lógicas»… ¿Quién espera lógica o justicia en un curso así? ? ¿Quién quiere ser evaluado con notas cuando las preguntas son «Qué hizo Sid Vicious cuando acabó de cantar My Way en el Olympia de Paris» o «Para qué crees que sirve este test»?
El curso anda alocadísimo y desbocado, disparado en cinco mil lugares en la red (la propia plataforma, diversos grupos en fb, twitter, instagram, tumblrs, mapas… -seguro que me dejo algo). Alguien lo comparaba con el triángulo de las bermudas, pues la plataforma se ha revelado un lugar poco operativo para que 30.000 personas interactúe y muchos hilos abiertos se perdían en el ciberespacio. Pero esto ha propiciado una especie de brainstorming donde todos, empezando por los alumnos buscaban soluciones. ¿Que no hay forma de ver y comentar de manera ordenada las tareas del curso? Pues montamos un álbum en fb. ¿Que desde el iphone la página no se carga muy bien? Pues toma app para móviles. ¿Que estás enfadado porque no entiendes algo? Un compañero, no tienen por qué ser los tutores, con toda la paciencia del mundo, te lo explican. Este debe ser el caos y la confusión que necesitamos experimentar para aprender.
Yo estoy aprendiendo a aprender en este curso que es como un bol infinito de sopa con picatostes hecha de información, comunicación, emociones, creación. Me divierto, aunque algunas tareas me parezcan un poco cursis y hipsterosas. Y a la vez estoy creando conexiones, y aprendiendo a gestionar y compartir ese aprendizaje dentro de esa sopa con muchas especias (todas las que se puedan conseguir en las cuatro esquinas del mundo, como los participantes del curso). Y luego tendré que digerirla. Cuando la digiera os cuento.
Creo que con la metáfora de la sopa se me ha ido un poco la olla…