Micro-actividades ELE (III): lugares abandonados y parecidos razonables

Las imágenes son siempre un material de partida estupendo para trabajar en el aula de ELE. Y a diario, por distintos cauces, nos llegan imágenes que podemos llevar al aula fácilmente, como estas dos series de fotografías que he visto esta semana en la red:

Viendo estas fotos no he podido evitar pensar que podrían servir para que los estudiantes escribieran distintas historias, por ejemplo lo que hicieron sus habitantes (o los que trabajaban ahí, ya que hay varias fábricas, minas y parques temáticos) el último día, o las hipótesis de por qué estos lugares fueron abandonados.

También a partir de estas fotos M y yo estuvimos pensando el otro día una actividad de expresión oral para A1, para cuando se trabaja el vocabulario de la descripción física y las partes del cuerpo, las estructuras comparativas… «¿Se parecen o no se parecen?» Si el profesor aprovecha y lleva unas fotos de él y sus hermanos (si los tiene), mejor.

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En clase de bosnio V: el aturullamiento

(Querido diario: hace mucho que no escribo…)

Aturullar: Confundir, desconcertar, pasmar, aturdir, atolondrar… 

Un montón de sinónimos para expresar una de las sensaciones más comunes de mis recientes clases de bosnio. El aturullamiento algunos días ha sido tal que he estado a punto de abandonar (además de por el frío que hace, la pereza que me da, la acumulación de pequeñas cositas, trabajo, etc). Pero ya no queda nada de curso, así que he decidido terminarlo. Empezamos seis, hemos llegado al final 3, y yo por los pelos.

Un ejemplo del aturullamiento del que hablo en clase:

Estamos viendo cómo se declinan los nombres en algunos casos. La profesora nos reparte una hoja con frases para completar con la forma del sustantivo en acusativo (o genitivo o locativo o lo que sea). Sin explicar el vocabulario que sale, sin apenas dejarnos tiempo para leer las frases y pensar, empieza a preguntarnos una frase a cada una. Soy la cuarta, así que me voy directamente a la frase número cuatro, en la que entiendo una palabra de diez. Ya me va a tocar…, no he escuchado casi nada de lo que han dicho mis compañeras, ya me toca… leo la frase, me detengo en el hueco, que más que un hueco es un agujero negro, levanto la vista y pongo cara de poker.

«Šta  znači to?» (¿qué significa esto?) y repito una de las palabras de la frase, la que intuyo que es el verbo, a ver si me da una pista de lo que quiere decir la frase.  La profesora me mira con los ojos muy abiertos. «To nije novo» (eso no es nuevo, eso ya lo hemos visto en clase…). «Hajde, hajde…» (Venga, vamos, rapidito). No tengo ni idea de cómo completar el agujero negro, cada vez más grande, pero la profesora me acojona; no tengo recursos para explicarle  que sí, que puede que esa palabra haya salido una vez en clase pero que no me acuerdo de lo que significa; así que pruebo a poner diferentes terminaciones a la palabra entre paréntesis que debo usar, a ver si cuela: «nož…a? nož…u? nož…i?». Es peor el remedio que la enfermedad. La profesora vuelve a abrir sus enormes ojos y me pregunta que por qué «nožu» y no «nož» y entonces comienza de nuevo a explicar para qué sirve el acusativo (o el genitivo o lo que sea) y cómo se forma…

Su explicación no me sirve de nada, porque yo ya sé para qué sirve cada caso, lo que pasa es que no entiendo el significado de la frase… Como sólo hay cinco vocales, termino por acertar. Era «nož» sin ninguna vocal final. En la siguiente sale la palabra «pas». No sé lo que es, pero hago mi hipótesis. Si antes era «nož», pues esto será igual, sin desinencia. Y digo tan contenta «pas». Pero la respuesta no es correcta. Es «psa». Y es que resulta que en bosnio, cuando el OD es algo animado tiene una terminación y si no, se queda como está. Querida profesora mías, para hacer bien el ejercicio necesito saber que «nož» es cuchillo y que «pas» es perro. Y necesito también un poco de contexto, porque una frase como «Moj brat nema …..» (Mi hermano no tiene …) no ayuda mucho.

Ilustración (estupendísima) de Sonia Pulido

 

De vez en cuando vuelvo, ilusa de mí, a preguntar «Šta  znači?», pero la respuesta es un sinónimo o una retahíla que tampoco entiendo. Mujer, hazme un dibujo, un gesto, o señala algo, o dímelo en otra lengua… Decido dejar de preguntar y hacer el resto del ejercicio mecánicamente, como sospecho que hacen también mis compañeras. A veces cuela, cuando uno identifica la forma (ajá, es masculino singular, luego el acusativo será así/ hmmm, esto parece neutro plural, entonces el genitivo será asá) otras veces no. Me propongo buscar todas esas palabras en el diccionario al llegar a casa. Pero sé que no lo voy a hacer. El aturullamiento me quita las ganas de estudiar o de aprender. 

¿Te apetece venir un rato a mi clase?

Hoy me tocaban horas de despacho en la Universidad. Mi compañera de fatigas (@VRuizT) ha venido a buscarme: ¿Estás haciendo algo urgente? ¿Te apetece venir a mi clase un rato? Y me ha invitado a participar en una actividad con sus estudiantes.

En clase habían estado repasando el futuro y haciendo predicciones para una pitonisa inventada, la adivina Fernanda, a la que se imaginaban negra y fumadora de puros.  Y necesitaban a alguien con quien practicar. Así que me he presentado, les he contado algunas cosas sobre mí, me han hecho un par de preguntas y les hemos dejado cinco minutillos para que, por parejas, escribieran unas cuantas predicciones sobre mi futuro. Luego, muy profesionales, se han sentado delante de mí en pose de adivinos y, unos «leyéndome la mano» otros con los posos del café, me han dicho que viviré los próximos años en Sarajevo, que escribiré un libro y me haré famosa, que más tarde viviré en América, que me casaré con un chico llamado Rafik y que tendré muchos hijos.

Como adivinos no creo que hayan acertado mucho, pero como práctica de clase ha sido estupenda, divertida y además cumplía todas las condiciones de una actividad comunicativa: Transvase de información, vacío de información, dependencia interna y retroalimentación. Repetiremos.

En clase de bosnio III: ¿lo qué?

Creo que todos los profesores de lenguas extranjeras deberían, a la vez, a su vez, estar aprendiendo una. Ya lo he dicho en alguna ocasión por aquí (en concreto en esta entrada). Y es que en la clase de bosnio de hoy he estado pensando en lo mal que lo deben pasar todos los estudiantes de A1 de todas las lenguas del mundo.

De cada frase que ha dicho hoy la profesora dando explicaciones o instrucciones para hacer un ejercicio he entendido una, a lo sumo dos..,  Y he visto que mis compañeras estaban más perdidas que yo. Nuestras caras debían ser dignas de ver…

lo queHa habido un rato en el que no dábamos pie con bola… La profesora nos estaba diciendo que hiciéramos tal y tal cosa y nosotros nos mirábamos unos a otros sin saber qué demonios teníamos que decir o hacer. Entonces ella repetía, hacía algún gesto que ayudaba a entender que se trataba de algo de «escribir», o de «escuchar», pero el meollo seguía siendo opaco. Y tampoco nosotros podemos explicarnos mucho…

Pongo un ejemplo. En una frase había una palabra nueva que una compañera no sabía pronunciar, así que la intentaba leer con esa pronunciación titubeante y como preguntando «¿lo estoy diciendo bien?». La profesora ha interpretado el tono interrogativo de la chica como que le estaba preguntando si la desinencia era correcta, ya que nos estaba explicando el genitivo, así que ha comenzado a repetir las terminaciones del genitivo para masculino, femenino y neutro… Ninguna nos hemos atrevido a decirle: no, no, no es eso… El profesor manda, ahí subyace ese miedo ancestral a preguntar en clase del «estudiante avestruz», que esconde la cabeza cuando viene el peligro.

Mi otra observación sobre la clase de hoy: las cuatro chicas que vamos al curso (éramos más, alguna ya ha desertado) vivimos y trabajamos en Sarajevo. Tenemos que saber decir cosas como «No quiero bolsa de plástico, gracias» o «¿Cuál es la ventanilla para pagar esta factura?». Nuestras necesidades comunicativas  deberían  estar presentes en la clase. No solemos abrir las ventanas por la mañana para contarle a gritos al vecindario que somos fulanito, somos de x país  y tenemos x años.  No le decimos a nuestro compañero de asiento en el tranvía si nos hemos lavado los dientes ni le preguntamos qué suele desayunar, pero sí podríamos preguntarle si se baja en la siguiente. Basta de obligarnos a hacer frases como «Almir Popovic es ingeniero y es de Doboj»  (pero si ni siquiera sé dónde está Doboj!!). Necesitamos contenido significativo. Y necesitamos practicarlo de alguna manera menos estresante que en un interrogatorio y que no nos haga sentir estúpidos haciendo diálogos de besugos (ver entrada anterior). Y también aprendemos cosas fuera de clase, bastantes, y más útiles. Y eso habría que integrarlo en el aula de alguna forma

Querida profesora: ¿Quieres que practiquemos los paises, las nacionalidades y las profesiones? Ponnos a adivinar personajes. O preséntanos a los famosillos del país. Vivimos aquí y así podremos saber un poco quién es quién cuando los veamos por la tele o en un cartel por la calle. ¿Quieres que practiquemos los números? No sirve de nada que mi compañera me dicte su número de teléfono (inventado, además: yo como hay números que no sé decir, no los uso…). Tráenos un menú de un restaurante y pregúntanos qué podemos comer con x presupuesto, o un folleto del super y pregúntanos cuánto valen las naranjas donde compramos habitualmente, yo qué sé…

Al llegar a casa me he dado cuenta de que en el libro que usamos en clase lo primero que viene es un glosario de instrucciones para la clase: contesta, repite, trabaja en parejas, completa las frases, une con flechas, cambia… esas cosas que ocupan la mayoría de la charla del profesor en los niveles más bajitos.  Acabáramos!! ¿Por qué no le habrá dedicado la profesora un poco de tiempo a esto?

En fin, la semana que viene más.

En clase de bosnio I

Ayer empecé el curso de bosnio (sbcm, para que nadie se me ofenda). Esto de la foto son mis «apuntes».

La profe es maja, activa, comunicativa y risueña. Intenta hablar en bosnio todo el rato y para explicar significados hace un despliegue de estrategias estupendo: usa palabras «internacionales» (capuchino, fútbol…) o nombres propios («Profe Picasso», decía riéndose de su capacidad para dibujar después de ver nuestras caras de pasmo ante lo que se supone que era un barco), gesticula, repite las cosas con otras palabras varias veces hasta asegurarse de que hemos entendido. Y dice Super! cuando decimos algo bien y se ríe mucho. Eso me gusta.

Somos cuatro alumnos, de momento. Todas chicas, lo que excluye el masculino de nuestra pizarra o de nuestros diálogos de besugos; todas en la treintena;  y todas, menos una, profesoras de idiomas, cosa que hace la observación de la clase más interesante. Dos españolas, una turca y una alemana. Estas dos de vez en cuando sonríen cuando identifican una palabra relacionada con sus lenguas; la turca, además de porque lleva ya años viviendo en Sarajevo, sonríe mucho más ya que hay unas 5000 palabras de origen turco en bosnio; la alemana sólo sonríe cuando consigue relacionar lo que le pronuncia la profesora, con los ojos muy abiertos y vocalizando bien, para hacérselo «más fácil»:  «Račun» (la cuenta) al parecer deriva del alemán «Rechnung», aunque a la chica le costó entender lo que la profesora quería decir.

¿Cómo se desarrolló la clase?

Llegué 2 minutos tarde y la pizarra ya estaba llenas de cosas. Sin saber cómo se pronuncia, sin flotador, sin arnés, ale, a escribir y a leer! Empezamos bien.

La profesora había puesto diálogos de este tipo:

        • – Zdravo! Ja sam …, a ti? / Hola, yo me llamo… ¿y tú?
        • – Kako si? Dobro, hvala, a ti? / Cómo estás? Bien, gracias ¿y tú?
        • – Ja sam profesorica, a ti? Sta si ti po zanimanju? / Yo soy profesora, ¿y tú? ¿a qué te dedicas?

La edad, la procedencia, esas cosas que pasan en la primera clase de A1.

Después nos hizo una especie de glosario de «supervivencia», para clase (cómo se escribe, más despacio por favor, qué es? qué significa) y para la vida cotidiana (salud!, encantado de conocerle, entiendo/no entiendo…).

Y luego nos puso a praticar. ¿A practicar qué? A ver, tú con tú, haced una conversación…  Pero claro, ¿si no sabes decir ni mu, qué dices? Pues eso, diálogos de besugos. En realidad, la palabra más productiva de la tarde fue «takođe» / también. Porque, claro:

        • Ja sam profesorica
        • Ah, takođe, ja sam profesorica.
        • Kako si?
        • Dobro, havla, a ti?
        • Dobro takođe…
        • Odakle si?
        • Iz Spanje, a ti?
        • Takođe

En fin, diálogos de besugos, como decía al principio. Y cuando intentábamos decir algo más allá de las tres opciones que teníamos pues nos sentíamos estúpidos. Yo dije que estaba casada, que tenía 30 años y que no tenía teléfono; todo mentira, pero era lo que podía decir sin repetir takođe una y otra vez.

La clase siguió con una hoja en la que estaba el alfabeto, aunque no nos quedó muy claro la diferencia entre č y ć, o entre dž, ž y đ, o si hay diferencias entre b y v… Después una lista de palabras sin relación entre sí, sólo para practicar la pronunciación.  Cosas tan útiles como  leđa (espalda), žaba (rana) o džuboks (jukebox!), mezcladas con otras comunes y hasta «comunicativas», relacionadas con nuestras necesidades y con las que podíamos hacer hasta frases (casa, llave, persona,  cerveza, ćevap, Bascarsija…)

Y para terminar, los números, del 1 al 10. Y eso que ya habíamos dicho nuestra edad y nuestros números de teléfono.

Y tengo deberes para el próximo día. Una lista de palabras a las que les faltan letras y unas sumas con los números escritos.

Miedo me da.

(A mitad de la clase entraron unas chicas que nos ofrecieron amablemente unas latas de redbull y unos llaveros de propaganda; como a mí no me gusta el redbull, no me dieron llavero)

(continuará)

En clase de traducción: aprender haciendo

Este semestre me han encalomado una clase de traducción. Del español al albanés. ¿Cómo he terminado liada en este fregao, si mi nivel de albanés alcanza para viajar, entender titulares de prensa y poco más? Pues porque el año pasado estuve animando un pequeño taller de traductores aficionados (Los Traductores Salvajes), del que salió este librito. Y a la jefa del departamento le gustó la idea y me lo propuso, sin opción a decir que no.

Para dejar las cosas claras, el primer día de clase les expliqué la dinámica de las clases: mi papel es el de proponerles los textos, hacerles de «diccionario viviente», explicarles algo de teoría, guiarles  y, a veces, hacer de árbitro. Cada sesión de clase queda registrada por uno de ellos y su resumen se cuelga en el blog. Empezamos con microcuentos, luego pasamos a relatos más extensos (Borges, Gómez de la Serna, Rafael Dieste) y lo último ha sido traducir cortometrajes (este o este).

Hoy hemos podido ir a la sala de informática y les he enseñado a usar amara.org y hemos subtitulado uno de los cortos. A mitad de la sesión me he dado cuenta de que si yo no estuviese en la clase, los chicos habrían trabajado igual (exagero, pero no mucho). Todo lo hacían ellos. Una se encargaba de teclear la traducción dictada por una compañera,  en un documento de google drive (en un ordenador conectado a un proyector). El resto revisaba la traducción propuesta, hacía sugerencias, controlaba las erratas…

7 35 de la mañana corto with subtitles   Amara

Esto debe ser lo de que el alumno es el «protagonista del aprendizaje» y lo de «aprender haciendo».